
¿Cuándo y cómo usarla?
Fríos o calientes, la trufa negra es capaz de transformar los platos más sencillos en sofisticadas expresiones de sabor. Se aplica en láminas muy delgadas porque su potencia impide usarla en exceso.
- Entradas de lujo que sorprenderán a tus invitados. Puedes poner láminas de trufa sobre una ensalada de espárragos verdes, un carpaccio de salmón, un tártaro de ostiones o sobre una tostada con queso fresco.
- Para preparaciones calientes puedes cortarla en juliana y aplicarla. Si ya estás acostumbrado a su sabor, utiliza una trufa entera para hacer un “en croute” (envuelta en masa de hoja).
- Agrega trufa picada al relleno de un quiche Lorraine antes de cocinarlo.
- Cubre con finas láminas un risotto listo cuyo calor terminará de cocinarlas.
- Puedes incorporar trozos de trufa debajo de la piel de cualquier tipo de ave (pollo, gallina, codornices, pavo, etc.) antes de asarla o estofarla. Verás cómo la carne captura la esencia de este preciado hongo.
- Combínala con un pescado blanco como congrio, turbot o lenguado. En caso que desees cocinar el pescado envuelto en papel aluminio, pon trocitos de trufa al interior de los paquetes durante la cocción.
- Aplica las trufas a todo tipo de masas o pastas. Puedes hacer un pan especial con chicharrones y láminas de trufa fresca. ¡Una verdadera delicatessen!
- Un truco: coloca, durante uno o dos días, una trufa en contacto con aquellos alimentos que deseas perfumar y así obtén su máximo potencial. Algunos ejemplos:
- Aplica trufa rallada en una mantequilla, una crema o un queso camembert. Deja pasar un día, como mínimo, antes de usar cada uno de estos productos y podrás apreciar cómo este maravilloso hongo envuelve con su aroma y sabor todo lo que toca.